| Sumario: | La obra del autor nos envuelve en un éxtasis prolongado en que se reviven encantos de un ensoñado cuerpo ístmico, bañado por dos mares que se parten y se une bajo ese perfil afrodisíaco de las olas que entrecruzan destinos apocalípticos, en los entresuelos del orbe. La fibra poética de este autor remueve los versos de hombres y mujeres cautivados bajo un mar secuestrado, que aun así embellece el alma en la poesía, en el cante jondo, para vibrar en el seno de hermandades continentales, en ese aflorar ribereño que penetra y convive con ese poemario, en su esencia y valorización de lo panameño. El poeta inmortaliza con sus letras al pueblo de Chiriquí, que acogió a Morazán, cuyos raizales idearios resuena en los tímpanos del hombre centroamericano, como lo hizo José Cecilio del Valle, Ricardo Miró, Jerónimo de la Ossa, Amelia de Icaza, cuya visión oceánica de patria se prodiga en esta obra. (Parte tomada de: Un éxtasis de cante por José Mario Molina Catillo, historiador y poeta. David, diciembre 2022, p. 7)
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