| Summary: | "Nadie está solo en la poesía y ese es su primer triunfo. Las palabras no solo hablan entre ellas, sino también con quien las escribe. Su intemperie e intemperancia es común. Ser poeta es esa capacidad y ese vértigo de animar todo lo que le rodea, de escuchar los poemas que imaginan los países, las ciudades, las calles, los bares, los hoteles. Se trata de un lenguaje que solo adquiere forma humana cuando yo casi no queda nada, cuando la diferencia entre los vivos y los muertos, entre el ruido y el silencio, no tiene que ver ni siquiera con su propia renuncia. El alfabeto de los tristes de José Roberto Leonardo está consciente de esto porque en cada uno de sus poemas hay también una orfandad que no se resigna a que el fin del mundo sea solo la aceptación de que todo termine sin más en "el féretro vacío de las avenidas", de que las lenguas no sean también "una ciudad en llamas". La patria y el padre, la violencia y la intimidad, la rabia y el secreto, se cruzan en una radiografía personal de tan nacional que es. La indiferencia es la mayor plaga de hoy, pero al mismo tiempo, escrituras como estas son su más acérrima enemiga. Todos los horrores y errores pueden terminar en un poema, en un buen poema, y ese es el triunfo final no solo de este libro. Nadie está solo en la poesía." (Copiado de la pasta).
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