Summary: | La energía es un elemento clave para el desarrollo humano. Este esencial recurso se ha obtenido principalmente de los hidrocarburos fósiles durante el último siglo. Este producto se ha importado históricamente en Costa Rica, ya sea como producto terminado o como crudo para ser refinado en menor medida. En el país la generación de electricidad en su mayoría es renovable, y esta herencia posibilita fortalecer la economía interna trasladando el consumo fósil a electricidad renovable, como vector energético. En ese sentido, el mayor consumo de hidrocarburos en Costa Rica se centra en el uso de transporte. Dentro de la caracterización de este consumo, el transporte privado y transporte público como taxis, significa un porcentaje importante de la matriz el cual podría ser sustituido por un vector renovable. Por tanto, la electromovilidad puede no sólo favorecer el cumplimiento y el alcance de las metas de descarbonización, sino que impulsa un desarrollo y movimiento de la economía interna permitiendo que el consumo de energía sea más eficiente (la conservación de la energía es mayor de electricidad al movimiento del vehículo) y el capital que antes de destinaba a compras internacionales, pueda ser inyectado a la economía nacional. Ahora bien, la electromovilidad es, sin duda, una estrategia clave para la disminución de gases de efecto invernadero, pero dentro de la cadena de valor y ciclo de vida del producto, también plantea desafíos en la gestión adecuada de las baterías de ion-litio. Este producto es difícil de fabricar y reciclar, y la creciente demanda mundial incrementa la presión sobre la cadena de suministro, al menos para la tecnología de litio que lidera el mercado global. No obstante, esta situación también brinda oportunidades para el aprovechamiento de baterías en aplicaciones de segundo uso o reciclaje en el país, y la creación de mecanismos para potenciar negocios alrededor de la vida del producto. Por ende, el...
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