| Sumario: | El propósito que nos guio en la preparación de este breviario es indicar al estudiante de bibliotecología algunos de los principios básicos de la administración en general que son aplicables también a la dirección de bibliotecas en particular. Para el director de biblioteca o el jefe de sección, deseosos de tener normas que los orienten en su trabajo, citamos algunas medidas que fueron de mucha utilidad; con ese fin pudimos aprovechar las valiosas lecciones de Lyle, Wilson y Tauber, Wheeler y Goldhor, cuyos textos aparecen repletos de temas apropiados. El buen administrador siente un cordial afecto por los lectores y obra a impulsos de un sincero deseo de servirlos cabalmente; la carencia de estos sentimientos tornaría insufriblemente pesada y monótona para él su gestión. Un buen director está convencido de la importancia de la lectura y del poder del libro, y todo su esfuerzo administrativo se dirige al objetivo de expandirlos. Además, debe acostumbrarse al análisis de los problemas in situ, para descubrir los factores que los han producido, sin olvidar que un período de incubación precede siempre a la aparición de cualquier dificultad. La administración de una biblioteca, lo sostenemos con plena convicción, exige mucho, pero, a la vez, brinda una constante oportunidad de facilitar al trabajo de otros y de hacer de la biblioteca un auténtico instrumento al servicio de la educación, la investigación y la cultura.
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