| Sumario: | La poesía de Mizael Lorca, compartida en esta obra, nos deja a un escritor al descubierto en dos escenarios paralelos. En el primero el carácter intimista, cuyas profundidades ahogan al ser humano en la búsqueda de respuestas por lo ajeno. Y en segundo sensible a conocimientos históricos de dolor y anhelo por la inspiración de los actos. En esos dos escenarios igualmente paralelos, la naturaleza de la obra aborda, con ciertos matices, la ausencia en dos entornos próximos al poeta. La primera una dimensión interior azuzada por la duda, la incógnita, es decir, por la ausencia del resarcimiento del amor romántico, las carencias de respuestas en un entorno reiterativo por la persona que es inquirida y necesitada por el autor. Evidentemente evolutiva, creciente, es el paso de la parte primera de la obra a la segunda, de cariz menos intimista y más abierta a un entorno social y político donde predominan también ausentes, las figuras a quienes el autor ha decidido cantar y revivir en su poesía. Ausencia de las y los mártires de la lucha del pueblo, ausencia de actos, de hechos actuales, pero cuyas acciones evocan una luz de ilusión y de compromiso con el futuro.
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