La tía Tula /

Gertrudis y Rosa son unas hermanas muy unidas. Vivían huérfanas de padre y de madre desde muy niñas, con un tío materno, sacerdote, que no las mantenía, pues ellas disfrutaban de un patrimonio que les permitía sostenerse en la holgura de la modestia, pero les deba consejos y era buen tío. Rosa le p...

Descripción completa

Detalles Bibliográficos
Autor principal: Unamuno, Miguel de 1864 - 1936 (autor)
Formato: Libro
Lenguaje:Spanish
Edición:3° edición
Colección:Colección Pensamiento
Materias:
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520 |a Gertrudis y Rosa son unas hermanas muy unidas. Vivían huérfanas de padre y de madre desde muy niñas, con un tío materno, sacerdote, que no las mantenía, pues ellas disfrutaban de un patrimonio que les permitía sostenerse en la holgura de la modestia, pero les deba consejos y era buen tío. Rosa le preguntó a Gertrudis su opinión respecto a su pretendiente, Ramiro Cuadrado. Gertrudis, también conocida como Tula, era respetada y admirada tanto por su tío Primitivo, como por su hermana Rosa y su opinión era respetada y escuchada. Respecto a Ramiro, objetiva por demás, aprobaba la unión entre ellos, pues ambos se querrían bien. A Primitivo, sólo le bastaba la opinión de su sobrina Tula para saber que Rosa estaría en buenas manos. Pasaron un par de semanas y Rosa estaba preocupada porque Ramiro se mostraba distante cada vez que ella mencionaba el matrimonio, así que se lo comentó a Tula y ella tomó la determinación de hablar con él. A la mañana siguiente Ramiro fue a casa de las hermanas esperando encontrarse con Rosa, pero en su lugar Tula le recibió con mucha dureza y firmeza, cuestionándole si amaba a su hermana y presionando para fijar el día de la boda. A la mañana siguiente ya se había estipulado el día del compromiso. Primitivo casó a Ramiro y a Rosa. Gertrudis disfrutó mucho la boda y se divirtió mucho. Tula visitaba a la pareja de vez en cuando, iba a comer o a platicar con su hermana. Un día, Rosa recogió a un perro de la calle y Tula desaprobó esa chiquillada, pues su mayor anhelo es que su hermana tenga hijos. Un día Rosa fue a visitar a Tula porque ella había disminuido sus visitas, y le dio la noticia de que había regalado al perro porque ya estaba embarazada. Desde entonces, Gertrudis empezó a frecuentar más la casa de su hermana. En el parto de Rosa, que fue durísimo, nadie estuvo más valerosa y serena que Gertrudis. El doctor estaba desesperanzado y Tula exigía, con su carácter fuerte, que nadie saliera muerto. Ramiro estaba muy angustiado, pero finalmente conoció a su pequeño hijo. Tula le sugirió a su hermana que lo llamaran Ramiro y que al próximo niño, el cual sería niña, la llamara Gertrudis. A partir de ese día, Tula iba diario a casa de su hermana para cuidar y criar al pequeño Ramiro. Era como una preocupación en la tía la de ir sustrayendo al niño, ya desde su más tierna edad de inconciencia, de conocer el amor de que había brotado. Le colgó en el cuello una medalla de la Santísima Virgen, de la Virgen Madre, con su niño en brazos. Con frecuencia, Rosa se impacientaba en acallar al niño o al envolverlo en sus pañales, pero Tula tomaba al niño bajo su cuidado y enviaba a Rosa con su marido, para así, repartirse el trabajo. Y así pasaba el tiempo y llegó otra cría, una niña. Al poco tiempo de nacer la niña, encontraron un día muerto al bueno de don Primitivo. Gertrudis lo bañó, limpió y vistió para su entierro. Ella sufrió mucho su muerte, pues en cierta forma él se había convertido en un padre para ellas, quien las educó de una manera religiosa y correcta. Rosa le pidió a su hermana que fuera a vivir con ellos, pues ella se encargaba enteramente de la crianza de sus hijos; no obstante, Gertrudis se rehusó afirmando que no quería estorbarles. Tula siguió yendo a su horas para ir enseñando a los niños y atender todo aquello de lo cual la pareja no podía ocuparse. Venía ya el tercer hijo del matrimonio y Rosa se quejaba de su fecundidad. El embarazo fue muy molesto y la dejó casi sin fuerzas. Gertrudis la observaba caminar con dificultad y en cierta forma, presentía algún mal. Ramiro estaba preocupado porque veía que Rosa no tenía más entusiasmo por vivir después del parto; su salud se desvanecía y le acongojaba pensar en su soledad. Rosa le pidió a Gertrudis que cuidara de sus hijos y de su marido, proponiéndole que ella ocupara su lugar en la familia, no obstante, Gertrudis le prometió que cuidaría a sus hijos, mas no se comprometió en casarse con Ramiro. Tula trataba de alimentar con el biberón al niño, pero éste gemía y rechazaba el alimento, así que se encerró en un cuarto con su sobrinito y le pidió a la Virgen Santísima un milagro para poder alimentar al niño con su seco pecho. Oyó unos pasos acercarse a la puerta, recogió su pecho y dejó pasar a Ramiro, quien le daba la noticia de que Rosa había fallecido. Tula le dijo que ahora habría que cuidar y criar a los niños. Ramiro repasa retrospectivamente su vida de casado con Rosa, aprecia el papel y la actitud de Gertrudis durante el proceso de noviazgo y el matrimonio y se muestra incrédulo ante la muerte de Rosa. El dolor se le espiritualizaba y sólo cobraba el sentido cuando entraba Gertrudis. Al parecer, Ramiro está pensando en Rosa, y luego en Gertrudis como continuadora del papel de compañera y madre de sus hijos. Gertrudis que se había instalado en casa de su hermana desde que enfermó, le dijo un día a su cuñado que recogería su antigua casa y que vendría por completo a vivir allá para poder cuidar a los niños. Ramiro emocionado, le llamaba Tula, pero ella le pedía que siempre le llamara Gertrudis, especialmente frente a los niños y ella procuraba que estuviera un niño cuando estaba cerca de Ramiro. Un día Ramiro descubrió que Gertrudis había mantenido una relación secreta con su primo Ricardo, pero ésta terminó en cuanto Tula tomó la determinación de dedicarse de lleno a la educación y cuidado de los hijos de su hermana a quienes llamaba sus hijos. Ricardo fue a visitar a Tula para pedirle que recapacitara y se casara con él, pero ella estaba determinada en que no se casaría nunca y su única misión era cuidar a los niños, pese a que la gente piense que vive ahora en casa de Ramiro para casarse con él. Ramiro le insinuó a Tula la posibilidad de unirse, pero Tula, tajantemente, dijo que no deseaba casarse y sólo quería cuidar a los niños de su hermana. Ramiro creía que en dado caso Tula debió ser monja, pero ella decía que no le gustaba que nadie le diera órdenes.  
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