| Sumario: | s la historia de vida de Ana Isabel Olivo escrito en primera persona, quien –con palabras simples, tan simples como su personalidad- nos cuenta su historia desde su infancia feliz en el campo junto a su familia, pasando por su temprano activismo social vinculado al campesinado minifundista y aparcero en el Dpto. de Goya (Corrientes) y zonas de influencia, su secuestro fugaz primero por parte de las fuerzas represivas vinculadas a las AAA y su detención y encarcelamiento al inicio de la dictadura militar, el exilio en México (en soledad primero, luego en compañía de su compañero Sergio, después de haber purgado éste más de cuatro años de cárcel también), el retorno al país en los albores de la democracia con dos hijos nacidos en el exilio, el recomenzar de cero –pero con mucho entusiasmo- con las actividades en el campo, el fallecimiento de Sergio su esposo y compañero de luchas y la enfermedad y desaparición de su hija mayor, que padeciendo una enfermedad mental desapareció del Hospital Psiquiátrico de la Ciudad de Corrientes hace 10 años y a quién aún hoy sigue buscando; hasta su presente donde –a pesar de tantos dolores que carga sobre sus espaldas- sigue apostando a la vida con el mismo entusiasmo y compromiso de siempre. El libro de Anita, que tiene el sugerente subtitulo de “Tierra, trabajo y dignidad”, es una historia de vida hermosa, simple pero atrapante y por momentos emocionante, donde se entremezclan la alegría de vivir siendo feliz en su condición de campesina y sirviendo al prójimo con mucho compromiso, el dolor por las persecuciones y el amor a la familia; siempre bajo la guía, las enseñanzas y el paraguas protector de su FE en Cristo. Debo confesar que leyéndola, por momentos, me emocioné hasta las lágrimas… casi tanto como me sucedió cuando leí “El Guerrero de la Periferia”, la biografía de otro queridísimo compañero como es Jorge Rulli. Tanto Anita como Jorge, al igual que otros cientos de miles de compañeros y compañeras a lo largo de la historia, nos demuestran la dignidad humana en su máxima expresión mediante estilos de vidas simples, conductas y moral insobornables, espíritus de lucha inquebrantables y de solidaridad incondicional con el prójimo. Anita, nos cuenta su historia de campesina cabal y mujer luchadora, que después del dolor sufrido y que aún hoy sobrelleva su ser, sigue mirando hacia adelante planteándose nuevos desafíos… reconociendo las dificultades pero reafirmándose –cada día y en cada desafío que encara- en la convicción de que (como finaliza diciendo en su libro) “¡Seguimos caminando!”. Por “tierra, trabajo y dignidad”, Salud querida Anita! José Luis Siviero (Joselo)
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