| Sumario: | Las cenizas del cosmos son muy fáciles de encontrar, si no en la esfera de la tierra será mucho más allá. Estarán en nosotros como algo de la experiencia, porque al decir cenizas pareciera que se dice algo más de lo que el vocablo indica. El vocablo nos remonta a alturas infranqueables al cuerpo que se nos ha dado de barro. Sabemos que existen esas cenizas cósmicas en partes de la bóveda celeste, o como dijimos antes en nosotros mismos. Puede que seamos esas cenizas de que venimos hablando, porque en la vida y el misterio que existe tras de ella, algo debe encontrase en los recuerdos que, desde luego, vienen formando parte de ese rescoldo que nos interesa aclarar ahora que escribimos estas líneas, sugestionados por algo que al no ser definido, pueda que sea entonces parte de esas cenizas cósmicas. Al no verlas con nuestros ojos carnales, podemos verlas o adivinarlas con los ojos del espíritu, que están en mayor capacidad para ver aquello que nos resulta en la oscuridad.
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