| Sumario: | Que el dolor es fuente de creación lo demuestra esta obra “Hay ideas y formas de expresión -dice Masferrer- que sólo pueden encontrarse bajando a los infiernos. Tales las ideas y formas que predominan en este libro” y más adelante agrega: “Para mí el infierno asumió la forma de parálisis”. El destino es par el autor el “efecto de una ley cósmica” pues “quiere que toda causa produzca efectos esencialmente semejantes a la causa generadora”. Esta ley de causalidad responde a los postulados de la ciencia y es considerada por Masferrer como un aspecto o modo de actuar “de la Voluntad Divina”. Para el autor, quien cree en la reencarnación, justicia y destino son una misma cosa. En el fondo hay cierto fatalismo en este libro, extraña actitud mental en un pensador tan múltiple como él, explicable aunque no justificable porque se origina en su enfermedad. En este ensayo sobre el destino, el lector hallará no sólo desasosiego de Masferrer, sino su experiencia y su esperanza; su anhelo de superación y la forma de redimirse para el hombre que, merced a la inquisición del pensador, entrevé una vislumbre lejana para salvarse. Alberto Masferrer fue gran creyente. Tenía fe en sí mismo porque tenía fe en el hombre. En nuestras manos, dice, está nuestro destino. El destino “no es sino una fuerza que nosotros mismos creamos; que ya creada, reacciona sobre nosotros mimos, pero que, una vez reaccionó, se extingue si no le añadimos nuevas energías que le den persistencia”.
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