| Sumario: | La pandemia de la COVID-19 representó una gran catástrofe tanto en el sector salud como en el sector económico, conllevando altas tasas de morbimortalidad en especial en pacientes adultos mayores dejando desolación a todas las familias de diferentes partes del mundo. Con el fin de salir adelante, diferentes laboratorios farmacéuticos desarrollaron vacunas contra esta enfermedad, las cuales, de una u otra forma fueron aprobadas por los diferentes entes reguladores como la FDA, la OMS, OPS, entre otras. Sin embargo, la práctica de la vacunación en muchos sectores de diferentes estratos sociales, no fue aceptada de gran forma, emitiendo juicios y paradigmas que de distinta manera nos alejaba a la resolución de esta peste. En Nicaragua, la situación epidemiológica se comportaba de igual forma. Hubo una falta de aceptación inicial a la vacunación y un no cumplimiento adecuado del esquema, observándose altas tasas de morbimortalidad en nuestra población. El objetivo del estudio fue demostrar que, la vacunación es una práctica positiva para disminuir las secuelas post enfermedad así como la mortalidad por la COVID-19. Para ello se realizó un estudio analítico de casos y controles en nuestra unidad de los pacientes hospitalizados con diagnóstico de neumonía por COVID-19 tanto los vacunados como los no vacunados, obteniendo muestra aleatorizada y obteniendo frecuencias simples, cruces de variables, análisis estadísticos correlacionales y fuerzas de asociación. Como resultado obtuvimos que la vacunación represento una práctica protectora con respecto a la mortalidad y las secuelas por la COVID-19, en especial cuando se aplicaba el esquema completo, teniendo mayor efectividad en paciente que ingresaron en condición grave, aunque si tenía un efecto positivo en los pacientes críticos. Por tanto, basados en los datos
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