Sumario: | El agua es el líquido más abundante en la Tierra, constituyendo la base de toda forma de vida. Su distribución es 97,4 % agua de mar o agua salada, 2,6 % hielo y sólo el 0,001 % de toda el agua del planeta es dulce. El agua para consumo humano requiere tratarse para garantizar su calidad, es decir, se deben eliminar partículas y organismos que pueden ser dañinos para la salud. La mayoría de las aguas son desinfectadas con cloro, siendo el método convencional más apropiado en términos de costo-efectividad. En el último siglo, el desarrollo de sistemas de potabilización del agua permitió controlar las enfermedades trasmitidas por el agua. Sin embargo, a mediados de los años 70, se descubrió que los desinfectantes reaccionan con compuestos orgánicos que se encuentran de manera natural en el agua, y que estos forman subproductos de desinfección (SPD) que pueden causar riesgos a la salud (Bull and Kopfler, 1991; Bellar et al., 1974; Rook, 1974). Nicaragua es un país rico en recursos hídricos, sin embargo, gran parte del agua superficial está contaminada debido a la inadecuada disposición de aguas residuales, así como el mal manejo de los desechos domésticos e industriales. El deterioro de los recursos hídricos conlleva a la escasez de fuentes de Nicaragua es un país privilegiado en cuanto a recursos hídricos
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