| Sumario: | El informe de investigación que presentamos de un estudio descriptivo sobre las necesidades y expectativas de los (as) cuidadores (as) de adultos (as) mayores o gerontes dependientes funcionalmente, para optar por el título de Magister en Políticas, Promoción e Intervención Familiar, ha dejado plasmado que los (as) cuidadores (as) principales o primarios se ven afectados en aspectos de su vida laboral, social, económica, de pareja, y en su propia salud, debido a la sobrecarga de trabajo que ejecutan a diario, producto de la dependencia de su familiar – anciano (a) y al poco apoyo que encuentran a nivel de su propia red primaria, red secundaria (vínculo en el contexto familiar y social), o como también con redes Institucionales o formales, de las cuales hay carencia de estas últimas, en nuestro país.Motivó la investigación la relación del tema con la especialidad en la intervención familiar y nuestra experiencia de más de una década como trabajadora social de la Caja de Seguro Social. Dicha experiencia nos hizo conocer como él (la) cuidador (a) va experimentando sentimientos de tristeza y desesperación, irritabilidad y ansiedad y con frecuencia surgen conflictos a nivel de la dinámica familiar, lo que entorpece la recuperación o calidad de vida del geronte dependiente, así como también la propia salud del (a) cuidador (a), lo que genera más personas enfermas, mayores demandas y altos costos institucionales y Estatales.La investigación cubrió a los-as cuidadores primarios de los gerontes dependientes atendidos (72) por el programa SADI de la Policlínica Presidente Remón de la Caja del Seguro Social.Los hallazgos muestran que la mayoría de los cuidadores (as) que componen la población estudiada son mujeres (esposas, hijas, nietas, y/o nueras), entre las edades de 65 a 74 años, separadas y casadas, con escolaridad secundaria completa, con pocos o nada de ingresos propios y/o familiares, en ocasiones dependiendo del ingreso del geronte para sobrevivir.Sus necesidades y expectativas en torno a su rol de cuidadores (as) se presentan así:Solicitan apoyo físico, económico y afectivo de su propia familia, siendo que debe cuidar al anciano (a) las 24 horas del día, sin descanso. Expresan la necesidad de recibir por parte de su propia familia consideraciones, halagos, felicitaciones, reconocimiento y agradecimiento por su “sacrificio”, ya que en ocasiones solo reciben reproches, indiferencia, malos gestos y hasta insultos por parte de quienes piensa deben ayudarle. Solicitan un respiro en tiempo para hacer sus “propias cosas”, tiempo para salir a divertirse, a visitar amigos, realizar actividades remunerables de medio tiempo, que le permita generar algún ingreso al hogar.Así mismo exigen mayor orientación en los cuidados que realizan a diario y sobre todo que se les considere como personas con necesidades, por lo que el estudio refleja que una gran cantidad de encuestados solicitan actividades socio-culturales por parte del equipo de salud, del (os) Programas de Salud en las policlínicas u otras instalaciones.El panorama imprime retos para la salud pública y la necesidad de nuevas aproximaciones para poder promover la vida digna a la población que envejece y a sus familias, y principalmente a quienes cuidan de ellos, siendo éste no solo una responsabilidad propia, sino también acciones que deben valorarse y apoyarse, ya que sin éstas personas, le tocaría al estado asumir la atención directa de estos (as) adultos (as) mayores dependientes funcionalmente.El profesional de trabajo social especialista en familia no solo se concentra en el caso (individuo), sino también que su intervención profesional gira hacia la familia como un todo, con ello busca toda la información que tenga la familia hacia la enfermedad del adulto mayor dependiente, y el apoyo, que esta brinde al cuidador/a principal como red primaria. El conocimiento que tenga, sobre las expectativas y necesidades de los (as) cuidadores (as), le permitirá al Trabajador Social un enfoque preciso y un manejo holístico de la situación, viendo siempre a la familia como un todo y la responsabilidad inherente que se tiene ante la problemática.Por lo que nuestra propuesta de intervención, se ha generado como una forma de responder a dichas demandas sociales y favorecer los esfuerzo que hacen las familias, especialmente a las mujeres, en quienes recae el peso cultural y social del cuidado de los (as) ancianos (as).Sigue siendo necesario la formación y/o capacitación en este manejo; sin dejar de lado la atención individual (asesoría, consejerías y sesiones terapéuticas) y también involucrar a los jóvenes estudiantes de los sectores seleccionados con miras a aliviar dicha carga y que estos aprendan a valorar y formarse como mejores ciudadanos (as); además del desarrollo de otras estrategias como promover la creación de centros diurnos y hogares transitorios para los adultos (as) mayores que le brindaran un espacio de vida social y emocional al cuidador (a) principal.
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