| Sumario: | Las actividades comerciales constituyen el día a día de la sociedad capitalista actual. Incluso, desde tiempos memorables los fenicios, egipcios, romanos, y demás culturas orientales, las adoptaron como una de sus principales formas de ingreso y subsistencia. Paralelo a estas prácticas comunes de la época, surgió la sociedad con el propósito de constituirse en mecanismo facilitador de las transacciones mercantiles. Ello derivó en la incursión, a mayor escala, de personas en esos menesteres, a raíz de las grandes e importantes bondades que dicha figura jurídica otorgaba a los integrantes, a saber: el anonimato, posibilidad de aglutinar mayores cantidades de capital financiero, y la responsabilidad limitada de la sociedad ante obligaciones. No obstante, junto a ese resultado bondadoso y positivo otorgado por la estructura societaria, surgen también algunas problemáticas a las cuales la doctrina especializada en cuestiones comerciales, el Estado a través de sus leyes, y los tribunales por medio de sus precedentes jurisprudenciales, intentan buscar una solución: el abuso de la personalidad jurídica que se le confiere a la sociedad, o dicho de otra manera, la crisis de la persona societaria. Dentro de los posibles remedios a los problemas comentados, reviste capital importancia la aplicación de la doctrina de origen anglosajón conocida con la denominación de disregard of legal entity (en inglés) o levantamiento, penetración o rasgado del velo corporativo (en Latinoamérica), que si bien no encuentra regulación formal en una importante porción de países, ha sido acogida y puesta en práctica por el derecho americano y por nuestro derecho patrio. En virtud de la permisibilidad de esa aplicación, se les ha dotado de facultades a los jueces, magistrados y demás personas investidos de la potestad de juzgamiento, que en casos en donde sea utilizada o se tema que será utilizada la estructura de la sociedad para delinquir, cometer abusos, evadir obligaciones y realizar cualquier otro fraude que contravengan las leyes o resultasen contrario a derecho, pueda prescindirse de ese velo corporativo que separa las obligaciones y bienes sociales de los socios a título personal, buscando con ello que éstos respondan no soto por el aporte patrimonial y financiero suministrado a la sociedad, sino que además deberán responder con sus bienes personales de manera solidaria e ilimitada. La práctica del rasgado del velo societario aunque contradictoria, ha ayudado a brindar respaldo y seguridad a quienes de buena fe se ven afectados por los fraudes cometidos, por abusos de personas que se sienten amparados por una fachada corporativa. En esos casos los tribunales de justicia han tenido que extender su brazo para verificar quienes operan la sociedad, sus intenciones, y castigar a quienes abusando de las ventajas de la sociedad comercial causan perjuicios considerables a terceros.
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