Sumario: | ¡Tomás, Tomás!¡ Ni un paso atrás!, le grita la gente. El comandante Tomás Borge, fundador del frente sandinista, el nicaragüense más temido y más querido, no habla a la multitud sino con ella. Sus discursos están, podría decirse, hechos por todos; no son lecciones sino conversaciones. Pedacito de pueblo que del pueblo se alimenta, el dirigente revolucionario devuelve al pueblo palabras, ideas y fervores que del pueblo provienen, y así se van iluminando memorias, realidades, caminos: cuando no hay distancia entre pueblo y poder, un discurso se convierte en una gran ceremonia de comunión y se incorpora así, como acto de creación, al incesante proceso de creación colectiva de una revolución en marcha. --
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