Convivencias y diferencias : un modelo ético de sociedad desde la filosofía /

Por lo general, se piensa que el desarrollo significa un mejoramiento del nivel de vida o al menos un esfuerzo por alcanzar esa meta si se quiere mejorar en el orden material, normalmente se requieren muchos otros cambios en la sociedad: cuidado a las necesidades básicas de las personas, fuentes de...

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Detalles Bibliográficos
Autor principal: Caraballo Gómez, Digna E. (autor)
Otros Autores: Urriola Sanjur, Ela Mitzi (asesor)
Formato: Tesis Libro
Lenguaje:Spanish
Materias:
Descripción
Sumario:Por lo general, se piensa que el desarrollo significa un mejoramiento del nivel de vida o al menos un esfuerzo por alcanzar esa meta si se quiere mejorar en el orden material, normalmente se requieren muchos otros cambios en la sociedad: cuidado a las necesidades básicas de las personas, fuentes de empleo, créditos, atención a los derechos civiles y humanos en el trato, particularmente, con las minorías étnicas y otros grupos sociales más necesitados. Sin embargo, existe un elemento del desarrollo, además del cambio material que merece ser tomado en cuenta: la base humana. Los reveladores datos que reflejan los informes del desarrollo humano deben ser motivo de reflexión y deben servirnos para orientarnos a comprender que al iniciar un proceso de cambio hay que tomar en cuenta los recursos que tiene la gente, para acompañar esa idea: su inteligencia, habilidades, historia, espiritualidad, tradiciones, tierras y costumbres para que se involucren activamente con sus vivencias del presente y su proyecto futuro. A raíz de la decadencia de algunas utopías ideológicas y la falta de equidad, el hombre se ha visto obligado a ser sujeto y actor de su desarrollo. Frente a esta realidad existe un consenso bastante generalizado sobre la importancia que tiene la cultura en la vida de las personas y en las sociedades humanas, lo que implica la necesidad de conocer el hecho cultural al ser un ente dinámico que condiciona toda forma de vida social, económica y política, siendo este el hilo conector entre el pasado y el presente. Ante esta realidad, es preciso interrogarnos acerca de lo que implica vivir en un mundo globalizado y culturalmente diverso, en donde los valores tradicionales están en crisis en una sociedad carente de respeto y tolerancia étnica, donde la democracia se ve afectada por profundos niveles de pobreza, desigualdad, falta de educación, políticas públicas y privadas alejadas del sentir y el querer de sus destinatarios. Por esta y otras razones es necesario comprender las potencialidades culturales, éticas y formativas que tienen los grupos étnicos, cuál puede ser su rol como artífices del cambio social y de qué manera la sociedad puede empoderarlos para afrontar los retos de un mundo complejo y excluyente. Ante tales circunstancias es preciso hacer uso de la voluntad y comprender a las culturas desde la óptica de el respeto a sus expresiones, sin olvidar que es la herencia cultural la que señala al ser humano y la causa que explica el desarrollo de la humanidad. El deterioro constante de la célula social, la incertidumbre que se genera por los constantes cambios en el orden económico, político y social, a los cuales se suma el fenómeno de la globalización cultural, exigen el planteamiento de alternativas de convivencia a nivel personal y colectivo acorde con las necesidades de las personas y el ideal de preparar ciudadanos comprometidos con el bien social y la búsqueda de la felicidad. Sin embargo, para el logro de este objetivo se requiere vitalizar la misión de la mujer y la familia como transmisora de valores, teniendo presente que la formación axiológica es un componente esencial para orientar la conducta humana y generar cambios en la sociedad. A lo que debe sumarse un proyecto educativo capaz de enseñar a conocer y valorar lo propio, hacer buen uso del patrimonio natural y sentir respeto por las personas con las cuales se interactúa. Es justo reconocer, que vivimos influenciados por un sistema económico donde la realidad material subordina lo ético - cultural a sus intereses personales, hay quienes viven en la pobreza y pobreza extrema mientras otros en la opulencia donde su único valor es el dinero poniendo en riesgo el patrimonio natural y cultural de las minorías étnicas en nombre del desarrollo. A esta constante amenaza de pérdida de la identidad cultural, se suma el espectro de la pobreza y la crisis de valores, la encarnación más visible de la carencia de políticas públicas para mejorar el estilo y la calidad de vida de la gente; razones primordiales que nos deben motivar a realizar cambios, aunque pequeños pero trascendentes para contribuir a mejorar las relaciones entre culturas y la calidad de vida de las personas en las diferentes comunidades, de ahí la necesidad de rescatar y fortalecer, a pesar de las limitaciones, las expresiones culturales de la sociedad darienita. Si bien, se presentan signos positivos para su valoración, motivados por el esfuerzo de sus habitantes que al igual que ayer se resisten a la pérdida de los saberes ancestrales con los cuales le han dado sentido a su existencia en el marco de una cosmovisión donde no hay dicotomía o dualismos, Dios, hombre y naturaleza constituyen un todo, se hace necesario profundizar en este conocimiento porque de ahí brota la mística del darienita en relación con la naturaleza y con el creador. La espiritualidad, durante el periodo de colonización integró nuevos elementos para la vivencia y experiencia con el ser supremo, desde el recogimiento y la alegría que se expresa en el diario vivir, en el respeto a la vida y las expresiones simbólicas que buscan traducir su concepción del mundo, de Dios, de la vida y de la muerte. Por tantos motivos y por ignorancia cultural se le limitan los espacios de participación, razón por la cual aportamos en este trabajo algunos de esos signos de vida para que desde su comprensión se superen los estigmas y se dé paso a actitudes que faciliten la convivencia en medio de las diferencias. Por ser Darién, una provincia pluriétnica y multicultural, el gobierno y la sociedad civil tienen una responsabilidad compartida no solo en la elaboración de la política cultural sino también en articular la misma con acciones éticas y morales que garanticen a los participantes el uso igualitario de los recursos, la preservación de la identidad colectiva, sus valores y velar por que el sistema educativo integre la ciencia, la tecnología y la cultura en la formación de los estudiantes. Para poder establecer un diálogo entre culturas que lleve a la comprensión de que a solidaridad, la convivencia pacífica y el ejercicio de la democracia no son el producto de ciertas condiciones económicas y políticas sino, que también requieren de la voluntad y la participación armónica de los grupos que integran la sociedad especialmente en un momento donde la cultura adquiere un papel protagónico y la sociedad civil tiene mayor relevancia. La educación en todas sus modalidades tiene el deber de preparar a la persona para la vida, de ahí la necesidad que sea el eje conductor de los conocimientos ancestrales utilizando estrategias metodológicas que integren la fuerza vitalizadora de la cultura, para ayudar a los grupos menos favorecidos a recuperar su identidad y asimilar positivamente los retos del cambio sin violentar el derecho de los demás. Frente a este reto tenemos el deber de facilitar espacios de conocimiento y reflexión, para que las personas se reconcilien con sus saberes y con sus semejantes y se logre superar los niveles de fricción entre culturas que más que aportar al desarrollo de las comunidades profundizan la brecha de desigualdad y pobreza. Ante esto hay que replantear el giro que le hemos dado a la cultura más como un mero acto festivo, dejando de lado su función transformadora y moral, sobre lo cual también debemos enfatizar. Son estas las razones que me han motivado a elaborar este trabajo, en medio de una crisis multidimensional donde se hace necesario detenernos y replantear nuestros actos, para poder alcanzar en el marco del respeto y la tolerancia el bienestar social al que aspiramos.
Notas:“Trabajo de grado para optar por el título de Licenciada en Filosofía, Ética y Valores ". -- Página de título.
Descripción Física:xiii, 126 páginas : ilustraciones a color ; 28 cm