Sumario: | En uno de sus niveles, obsesivos días circulares en la novela de un terror sagrado ante poderes que están más allá de nuestro control, y que encarna papa la oca, jefe de un ministerio del miedo y dueño de este otro castillo que es el colegio de niños en que Terencio sirve de portero y maestro de ceremonias en un espectacular para voyeurs, "Terencio aparece como la victima ejemplar que vive radicalmente la condición humana entre eros y thánatos, entre su deseo plural y el miedo de morir víctima de un castigo innominado: por la desaparición de yin, el abandono del agonizante sarro, la ruptura del espejo doble, su codicia de Lanka o simplemente por el delito de haber nacido, progresivamente pierde sus poderes sobre sí mismo y sobre los demás, este deterioro lo va despojando del idioma hasta que, cuando se acerca el fin, como el inmortal de Borges, Terencio.
|