| Sumario: | "La aportación de la cultura catalana al concierto espiritual de España es una realidad fácilmente comprobable y destacada fue por cuantos se propusieron la estimación de sus características e influencias, de lo político, tan propenso a mantener equívocos que se figuran la urdimbre básica del hecho a enjuiciar cuando se convierte en partidismo. Proceso evolutivo de una cultura para cuya concreción halló su elemento esencial en el idioma propio, en esa lengua catalana que tanto en su naturaleza como en su origen y en su evolución valoró emotivo el coloso de las lenguas patrias. Cultura catalana, mantenida en lengua propia y en lengua castellana, valorada con justas y muy oportunas palabras en su significado y en su enlace, por un catalán emérito, don Manuel Milá y Fontanals, el que, a juicio del muy culto Sáinz Rodríguez abrió «el que pudo llamarse ciclo de la literatura comparada, a cuya luz se estudian históricamente los problemas que la nuestra ofrece», y cuya obra «De la poesía heroico-popular castellana», merecía la constante gratitud de todos los españoles. Dijo Milá del concierto idiomático de dos de las cuatro lenguas de España: «La lengua castellana ha sido para nosotros lo que un hermano que se ha sentado en nuestro hogar y con cuyos ensueños hemos mezclado los nuestros. Es verdad que uno de los hermanos no ha hecho siempre los oficios de padre y que el otro no se precia de muy sufrido, pero el vínculo existe y es indisoluble». Veamos someramente, porque así lo establece la tiranía del espacio, el resultado para la sensibilidad y el pensamiento, de la autonomía y de esa hermandad lingüística, justamente determinadas por el que fue sabio tanto por su sapiencia, como por su humanidad. En la época actual, un muy documentado escritor, García Venero, ha dicho en su «Historia del nacionalismo catalán»: «Cataluña fue trilingüe -en sus niveles sociales elevados- pues en ella convivieron la lengua latina, la castellana más de dos siglos»." (Copiado de la introducción).
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