Mi vida con el cangrejo : amor y buen humor frente al cáncer /

Prólogo: Hay tantas enfermedades como enfermos. Cada una es distinta de las otras, así tengan el mismo nombre. Yo las clasifico en fáciles y difíciles de tratar. El tratamiento puede ser fácil o difícil; depende de múltiples agentes, como el tipo de enfermedad, el estado general del paciente, su eda...

Descripción completa

Detalles Bibliográficos
Formato: Libro
Lenguaje:Spanish
Publicado: Bogotá : Norma, ©2010
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020 |a 978-958-45-3016-5 
040 |a Sistema de Bibliotecas de la Universidad Tecnológica de Panamá 
245 1 0 |a Mi vida con el cangrejo :  |b amor y buen humor frente al cáncer /  |c Fernando Corredor Gaitán 
264 3 1 |a Bogotá :  |b Norma,  |c ©2010 
300 |a 139 páginas :  |b ilustraciones ;  |c 23 cm 
505 0 |a Contenido: Capítulo 1. a.C. (antes del Cangrejo) y d.C. (después del Cangrejo). -- Capítulo 2. El regalo del Cangrejo. -- Capítulo 3. Mi entrañable aseguradora de salud y mi centro de oncología. -- Capítulo 4. De "usted" a "tu" con el cangrejo. -- Capítulo 5 Me convertí en cazador. -- Capítulo 6. ¿Quimioterapia? ¿Para qué? Eso no te hace nada. Capítulo 7. Gracia plena. -- Capítulo 8 Mi futuro en neutro. -- Capítulo 9. me amaño vivo.  
520 3 |a Prólogo: Hay tantas enfermedades como enfermos. Cada una es distinta de las otras, así tengan el mismo nombre. Yo las clasifico en fáciles y difíciles de tratar. El tratamiento puede ser fácil o difícil; depende de múltiples agentes, como el tipo de enfermedad, el estado general del paciente, su edad, el medio en que ocurre y, principalmente, la actitud del enfermo ante la vida, el tratamiento y la enfermedad. Existen numerosas enfermedades que, con un diagnóstico oportuno y preciso, y con un método adecuado, son sencillas de curar, y otras que, a pesar de reunir estas condiciones, resultan irremediables. El cáncer no se escapa de estas observaciones. Tenemos por ejemplo el cáncer del cuello de la matriz, el más frecuente en las mujeres colombianas, que se puede detectar tempranamente con una citología, el procedimiento es muy sencillo y altamente eficaz, mínimamente invasivo y no deja secuelas. Pero cuando se diagnostica en etapas avanzadas, su tratamiento se va haciendo más invasivo: histerectomía, radioterapia, quimioterapia y la posibilidad de curación es cada vez menor. Pero hay otros tipos de cáncer que no son tan predecibles, tal vez porque la medicina no conoce bien su historia natural. Estas consideraciones revelan por qué yo clasifico el cáncer en dos grandes grupos: el primero es “todo un caballero”: predecible, sincero, bien portado, y el segundo es un “todo un bárbaro”: impredecible, engañoso y mal portado. Quizás por esta segunda categoría y porque en tiempos anteriores el cáncer se diagnosticaba en etapas más avanzadas, es que tiene tan mala fama. La gente oculta el cáncer como si fuera una enfermedad vergonzosa, huye del tratamiento porque “es peor que la enfermedad” y, además, los procedimientos tienen fama de ser muy costosos. Hasta el mismo sistema lo clasifica como una enfermedad catastrófica. ¡Caramba, nada más alejado de la realidad! El cáncer no es una enfermedad vergonzante; es más, nos recuerda que todos somos iguales. Nadie tiene la culpa de que le aparezca un cáncer (excepto los fumadores), de ninguna manera es contagioso y con los adelantos de la medicina en diagnóstico y tratamientos, resulta cada vez más curable. Hoy en día, la cirugía del cáncer es menos extensa, menos mutilante, más funcional, gracias a que se ha aprendido que con la combinación de tratamientos: cirugía, radioterapia y quimioterapia se pueden evitar las amputaciones, extirpaciones de órganos como la laringe y se pueden preservar la función y la imagen corporal. ¿Sabía usted que la colocación de implantes mamarios de silicona es una operación más costosa que el tratamiento de un cáncer de mama? Ni hablar de las coronarioplastias y las cirugías para la obesidad, entre otras. El cáncer es una enfermedad aguda, en un principio, y curable en una gran proporción con el tratamiento adecuado. Pero cuando no se cura, se convierte en una enfermedad crónica y de tratamientos altamente costosos. De ahí el apodo de enfermedad catastrófica. El temor que siente un ser humano ante una enfermedad es un signo de miedo al sufrimiento y a la muerte, más que a la misma enfermedad. Todos llevamos en nuestro cuerpo una enfermedad mortal que se llama vida. Es común ver en la iconografía antigua al médico al lado de la cama del enfermo, que lucha con todas sus fuerzas contra esa sombra negra de figura cadavérica y la hoz en la mano. ¡Qué cuadro tan pretencioso! Como si se olvidaran de que todo médico que viva lo suficiente ve morir a su paciente. Si la curación no es el “rescate de la muerte”, entonces la podemos definir como la “recuperación de la calidad de vida”. Yo prefiero ver al médico como un agente de bienestar, un recuperador de la calidad de vida. Todos tenemos el derecho a vivir dignamente. 
541 1 |a Luis G. Pernet.  |c D  |d Recibido: 2021/06/14.  |h $75.00.  |e 700113614. 
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