| Sumario: | La inyección económica que aportan las empresas que conforman el sector de las pequeñas y mediana empresas en un país, ha sido tema de interés para muchos inversores y para cada una de las instituciones financieras que proven- en su mayoría-, las fuentes de fondos requeridas para que estas empresas logren sus metas de mejoramiento de su producción. Como motores de crecimiento económico en cualquier región en que se conformen, al igual que las que integran el grupo de las llamadas grandes empresas, estas revisten de una particularidad que las hace diferentes: su forma de financiarse. De acuerdo a un artículo publicado en el diario la Estrella de Panamá en el 2012, estudios han señalado que la real base de generación de empleos recae en la empresa privada y dentro del sector, aproximadamente un 70% de los empleos que generan estas empresas pertenecen a las denominadas pequeñas y medianas empresas. Igual comportamiento sucede en los paises de norte, Centro y Sur América; por ejemplo, en Costa Rica, el 94% del parque empresarial está conformado por Mi Pymes; en Estados Unidos y Canadá, las pequeñas empresas lo constituyen cerca del 97% de todos los negocios, emplean un 57% de la fuerza laboral y producen el 45% del producto interno bruto (Ibrahim y Goodwin, 1986). No escapa la economía en Italia, Suecia, Japón, Indonesia y Malasia, en los que las Pymes contribuyen en promedio con un 90% del total de empleos. Sin embargo, aun con las ventajas que presentan como el llegar más rápidos a los clientes, flexibilidad de adaptación a los cambios coyunturales de la economía, menos conflictos laborales, mayores oportunidades de satisfacer mercados específicos, menores inversiones iniciales para su formación, entre otras, el sector de las Pymes adolecen de algunos elementos diferenciadores respecto a las grandes empresas, coartando muchas de las oportunidades que se dan en los mercados en los que se devuelven: escasos, caros y limitada accesibilidad a los recursos financieros, poco poder de negociación con clientes y proveedores, menores capacidades técnicas de sus trabajadores y directivos, excesos de obsolescencia tecnológica por la falta de recursos financieros para adquirirlos, entre otros no menos significativos, lo que las empuja a limitar su desarrollo empresarial.
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