| Sumario: | No existe todavía un trabajo que pueda trazar adecuadamente el desarrollo del retablo en sus diversas manifestaciones desde la época gótica. Los capítulos referentes a los retablos nos dan con maestría una sólida organización de problemas básicos como la relación altar retablo, los materiales usados en la construcción, la decoración del retablo, estilo, iconografía e inscripciones. La palabra retablo tiene muchas connotaciones; aquí se refiere especialmente al área de protección y énfasis detrás del altar de la iglesia que sirve a un propósito estético y didáctico en la iglesia católica romana. Sus orígenes están ligados al deseo de hacer eco al simbolismo e historia de las fachadas y vitrales medievales, en un área más ligada al altar. Esporádicamente aparece en España en el siglo XVIII un tipo de retablo en el que se empieza a notar la disolución gradual de las cualidades arquitectónicas. En lugar de articular el retablo con columnas arquitectónicas o pilastras, los diseñadores más progresistas realizaron toda la superficie como un gran relieve. El nicho pilastra ornamental es el elemento principal de este nuevo método de arreglo de superficies. Las columnas se cambian a pilastras y las pilastras se integran a nicho laterales e intermedios para formar un nicho pilastra ornamental único. El más importante desarrollo de este tipo de retablo sucede después de 1765 en México, especialmente en la metrópolis y en el área de Querétaro. Por 1770 en España, específicamente en trabajos de la costa oriente, puede apreciarse el advenimiento del neoclásico. En Andalucía, un área dominada en este momento por un curioso tipo de rococó, armonizado con ornamento barroco manierista, el neoclásico llega más tarde. El neoclásico no domina la decoración mexicana hasta después de 1790, cuando Tolsá llega de Valencia y se establece la Academia de Bellas Artes. Sin embargo, gran cantidad de este trabajo neoclásico que tiene estupendas proporciones y fina ejecución, se ve frío y monótono al lado de los provocativos y exuberantes trabajos de periodos más tempranos. Antes de seguir con la discusión detallada del siglo XVIII en España y México, quiero aclarar que esta breve introducción no ha tratado la enorme cantidad de excepciones que existen, pues sólo me he referido a los rasgos generales de España y México del siglo XVIII, ya que la historia del retablo es extraordinariamente complicada, como veremos en las siguientes páginas.
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